El subtitulado desempeña un papel crucial en la carrera internacional de una película. En los últimos años, el número de espectadores que han visto películas y series subtituladas ha aumentado enormemente con el desarrollo de plataformas de vídeo bajo demanda. Sin embargo, la calidad de los subtítulos parece pasarse cada vez más por alto y, hoy en día, todo el mundo piensa que sabe subtitular.
En 1976, el gran guionista Ernest Lehmann les dijo a los cineastas en ciernes del American Film Institute: «Casi todo el mundo cree, inconscientemente, que sabe tanto sobre escritura como un escritor. Sería impensable que un escritor le dijera a un director cómo dirigir, a un productor cómo producir, a un actor cómo actuar, o a un director de fotografía cómo iluminar una escena. Pero no es para nada impensable que alguien le diga a un guionista cómo escribir».
Si cambiamos «guionista» y «escribir» por «traductor» y «subtitular», la declaración describe a la perfección la situación de los traductores audiovisuales y las prácticas de subtitulación en la actualidad. En efecto, todo el mundo piensa que sabe escribir subtítulos, que no se tarda mucho tiempo, que es barato y que debería serlo cada vez más, ya que cualquier persona que tenga acceso a un software de subtitulado puede hacerlo, y que los traductores son meros «proveedores de servicios».
Por ello, desearíamos que los cineastas de todo el mundo fueran conscientes de la importancia de que sus películas sean subtituladas por traductores profesionales que dominen sus idiomas de trabajo y, sobre todo, el lenguaje cinematográfico. Sabemos que una película es el resultado de un largo proceso creativo, financiero y técnico y que, por tanto, debemos ser muy cuidadosos con el aspecto que presentan nuestros subtítulos en la pantalla, grande o pequeña. Los subtítulos deben leerse bien y encajar con la imagen y el ritmo de la película. En otras palabras, los traductores profesionales sabemos lo que estamos haciendo.
Nos complace que otras personas de la industria del cine lo reconozcan. Por ejemplo, Bruce Goldstein, fundador de Rialto Pictures, una distribuidora de EE. UU., llegó a hacer un excelente documental corto cuyo título, El arte de subtitular, lo dice todo. En él afirma que: «Las traducciones de películas, esos títulos en la parte inferior de la pantalla, rara vez se notan; a menos que sean malos. Y así es como debería ser. Los buenos subtítulos están diseñados para ser discretos. Casi invisibles». Nosotros también defendemos que los subtítulos deben ser discretos, ya que forman parte del lenguaje cinematográfico, no deben suponer una interferencia.
Fuera de su propia área lingüística, una película no le dice mucho a una audiencia extranjera si no está traducida. Sin embargo, ha de estar subtitulada de modo que los espectadores extranjeros puedan disfrutarla tanto como el público que entiende su(s) idioma(s) original(es). Cuando no es así, los subtítulos, que deberían pasar casi desapercibidos, se notan, lo que altera la percepción de la imagen, el diálogo y el sonido para los espectadores.
Un ejemplo reciente y desafortunado, dada la exposición mundial de la película, lo proporciona la Roma de Alfonso Cuarón en sus versiones subtituladas en inglés y francés (y probablemente en otros idiomas). Los Óscar a la mejor película en lengua extranjera y a la mejor fotografía (junto con la mejor dirección) se otorgaron sobre la base de la versión subtitulada en inglés. Esta versión no solo está muy por debajo de los estándares profesionales de subtitulación (véase https://beta.ataa.fr/blog/article/roma-french-subtitles), sino que no hace justicia a la impresionante cinematografía creada por su director y el director de fotografía. Y, por lo que sabemos hasta ahora, las versiones subtituladas en otros idiomas se tradujeron desde la versión en inglés, no desde el original en español y el mixteco de la banda sonora.
Puede que actualmente Roma sea el ejemplo más conocido del estado tan lamentable en el que se encuentra la situación. No obstante, ha habido muchos otros ejemplos anteriores a este y, como traductores profesionales, creemos que no debería volver a ocurrir. Además, en el caso de Roma se demuestra que, cuando los cineastas deciden involucrarse en el subtitulado de sus películas, deben ser asesorados adecuadamente por subtituladores profesionales.
Cuando se realiza la gradación de color o la mezcla de sonido de una película, no cabe duda de que su realizador tiene algo que decir sobre el resultado que desea lograr. Por ello, trabaja en estrecha colaboración con los profesionales de fotografía y sonido, para que le guíen hacia su objetivo. Lo mismo debería ocurrir con la subtitulación, que también forma parte del lenguaje cinematográfico.
Los traductores profesionales que dominan el «arte de subtitular» no solo saben discernir cuál es la traducción correcta, sino también la ubicación, la forma y el contenido correctos de un subtítulo. Hacemos un inmenso esfuerzo creativo para escribir subtítulos que se fundan en el tejido de una película. No somos «proveedores de servicios». Servimos solo a las películas, a sus creadores y al público.
Cineastas del mundo, estamos con ustedes y hacemos todo lo posible para que sus películas y series sean accesibles al público que habla idiomas distintos a los de sus obras. Ahora les pedimos que se unan a nosotros para que podamos continuar realizando debidamente la tarea creativa de traducir sus películas.
[El presente comunicado es una traducción del comunicado original en inglés de AVTE (AudioVisual Translators Europe), la federación europea de asociaciones y organizaciones nacionales de traducción audiovisual de la que ATRAE forma parte].