La Asociación de Traducción y Adaptación Audiovisual de España (ATRAE) refuerza su rechazo a la posedición y avisa de las repercusiones que su implementación está teniendo en el sector audiovisual y les profesionales de la traducción
La posedición consiste en la revisión de una traducción automática por parte de une profesional de la traducción para «enmendar» y «pulir» el resultado de la máquina, a menudo por una fracción de la tarifa habitual. La realidad es que este proceso limita la creatividad inherente de nuestro oficio y deshumaniza una profesión altamente artística relegándola a un mero proceso técnico.
De un tiempo a esta parte, el sector de la traducción audiovisual, ya de por sí precarizado, está sufriendo los estragos de la posedición. En octubre de 2021, los subtítulos poseditados de El juego del calamar nos obligaron a alzar la voz sobre el futuro descorazonador que se anticipaba a la vista de la situación.
Lejos de servir de ejemplo para que las empresas implicadas reconsiderasen su postura respecto a la traducción automática, tuvimos que soportar que sus directives insultasen a toda la profesión escudándose en que «no hay suficientes subtituladeres buenes» y que representantes de la plataforma engañasen al público y al sector afirmando que no tenían constancia de esta práctica, que no ha hecho sino extenderse desde entonces.
Es precisamente esta razón la que nos ha llevado a poner de nuevo el grito en el cielo para denunciar que ya no se trata de una serie, una empresa y una plataforma, sino que la posedición está tan extendida en el sector que está haciendo peligrar la calidad de las obras localizadas en todos los medios, así como los puestos de trabajo de quienes se niegan (por principios y respeto al oficio) a implementar su uso.
Las grandes empresas que lideran el mercado de la subtitulación de contenido audiovisual para las plataformas de streaming como Iyuno y Transperfect están imponiendo de forma unilateral el uso de la posedición a su bolsa de traducteres autónomes en cada vez más encargos. En el sector de la localización de videojuegos, agencias como Alocai y Altagram se han pasado exclusivamente a la traducción automática. Incluso entidades públicas como RTVE están aplicando la inteligencia artificial para subtitulado accesible con resultados más que deficientes.
La posedición sirve además para evidenciar la existencia de contenido de primera y segunda clase. Documentales, realities, producciones no estadounidenses o de menor audiencia e incluso videojuegos se someten a traducciones automáticas sistemáticamente, no por características del contenido, sino como estrategia de ahorro de costes. Esto se refleja también en una división entre les profesionales del sector, que ahora mismo funciona a dos velocidades: quienes trabajan con contenido de alto nivel y quienes no, que ven peligrar su futuro profesional.
No menos importante es la cuestión de las infracciones de copyright y los dilemas éticos intrínsecos a las IA generativas. Estos sistemas se alimentan con las creaciones artísticas, en este caso traducciones, de profesionales que en su mayoría no han sido informades ni han dado su consentimiento expreso para que se empleen a tal fin. La intrazabilidad de los materiales originales para alimentar los motores de traducción pone en entredicho los derechos de autoría que percibimos como traducteres. Unos derechos de autoría reconocidos por ley por los que seguimos luchando con plataformas como Disney+ o Amazon Prime a pesar de que nuestra autoría está plenamente reconocida.
Como profesionales autónomes no podemos más que exponer la situación y luchar a nivel individual para mostrar nuestro malestar y rechazo ante estas prácticas intolerables. Por ello, exigimos a las instituciones que regulen de una vez el uso de las inteligencias artificiales, que su compromiso para con las profesiones creativas y la autoría sea real y dejen de ofrecer ayudas públicas a proyectos de inteligencias artificiales generativas mientras no se garantice el cumplimiento de la Ley de Propiedad Intelectual, esa ley que las inteligencias artificiales generativas vulneran con cada uso.
Pedimos a les profesionales del sector que tengan conciencia de clase y sean conscientes de las implicaciones de fomentar o participar en el uso de estas herramientas, sea en el ámbito privado o profesional, y de cómo sumarse a ellas contribuye a la degradación y destrucción de nuestro gremio. En estos días hemos asistido a la viralización de decenas de páginas y aplicaciones de doblaje automático que podrían validar su implantación en ámbitos profesionales debido a la alta demanda que se está haciendo de ellas. Seamos consecuentes con la situación que está atravesando el sector.
Por último, pedimos a la sociedad y al público que exijan calidad en las traducciones, que no se conformen con un resultado mediocre y que rechacen la explotación y degradación de las profesiones artísticas que se están viendo amenazadas por las IA generativas. Guionistas, artistas, intérpretes, traducteres y demás profesionales del mundo del entretenimiento y la cultura merecemos respeto, igual que lo merece el público que paga por unas traducciones de calidad, no por aproximaciones artificiales insulsas. Como planteó Tom Humberstone, «si tu concepto de progreso no prioriza a las personas, ¿seguro que es progreso?».
La traducción audiovisual, igual que el oficio de guionista o de intérprete, es un arte. ¿De verdad queremos dejarla a cargo de un motor de plagio automatizado? ¿Queremos pagar para ver obras adaptadas a nuestro idioma con una suerte de teclado predictivo con ínfulas? ¿Vamos a permitir que las personas encargadas de traer las series, películas y demás a nuestro idioma sean reviseres explotades de un software cuyo uso solo beneficia a las empresas que quieren multiplicar sus ganancias?
En ATRAE creemos que es un futuro deshumanizado que hay que evitar a toda costa. Por el bien de nuestro sector, por el bien del público, por el bien del arte y por el bien de todes. La automatización lleva a la precarización de infinidad de sectores, no solo el nuestro.